20 años no son nada
Tengo 45 años en estos momentos. Soy dueño de mi propio negocio, Gabo's Barber Shop y soy profesor universitario en UNAPEC. Mucha gente aún no se cree que a pesar de mis titulaciones y experiencia, abrí de la nada una barbería y emprendí algo convencional, pero con muchas novedades. Mucha gente no conoce mi amor por las barberías, y me decidí a abrir la mía propia.
He cambiado hábitos. De una motocicleta pasé a una van, por las niñas. Dejé de comer tanto como antes, para cuidar mi corazón (mi padre aun sufre y mis abuelos sufrieron de problemas cardíacos), y sigo dándomela en coqueto y cuidándome bien. Me he dejado el bigote (mi esposa dice que me veo mejor). He dejado las snap backs y los Nike Air Max para colocarme más un sombrero de pana, corbatín y zapatos tipo Oxford. He decidido vestirme más clásico ahora que los años pesan. Volví a jugar futbol en una liga añeja, con todas esas luminarias de la década del 10 aunque las rodillas duelan más que antes. Mis gustos musicales siguen cambiando, y me gusta lo que la tecnología saca cada día.
Si. De hecho, estoy felizmente casado con aquella chica que me dio el si hace 19 años. Hemos tenido nuestras altas y bajas, pero por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, nos hemos mantenido en pie, firmes y cada día amándonos más. Estábamos cansados de ver tanto divorcio a nuestro alrededor, que desde el día 1, hemos decidido luchar por nuestro matrimonio. Ella es una mujer especial, y cada día estoy más enamorado que cuando la conocí (y eso que estaba afiliado’ como un perro).
Ahora entiendo a mi madre: Tengo 2 hijas adolescentes de 16 y 17 años. Son jóvenes independientes, honestas, estudiosas como su padre, preciosas como su madre (de hecho, cuando nacieron compré una escopeta. Si. Soy ese tipo de papá), y gracias a Dios, la mayor ya aceptó a Cristo como Salvador; y la vemos crecer en la fe cada día. Oramos mucho por la chicuela. Ambas son tan diferentes una de otra, pero con ellas he aprendido de paciencia, de creatividad, de sensibilidad, de amor. Son el regalo De Dios más grande que tengo (luego de mi Cristo, y mi esposa, por supuesto). Seguimos en contacto con mis padres, quienes finalmente se fueron a vivir al extranjero. Se mudaron cerca de mi hermano Felipe en Utah. Están en salud, gracias a Dios, y nos comunicamos casi todos los días vía videollamadas. Mi hermano Emilio está estudiando su segunda maestría en Gastronomía en Korea del Norte.
Por la gracia De Dios sigo en el evangelio. Sigo creciendo igual o mucho más que cuando creí por primera vez. Tengo un estudio bíblico para jóvenes solteros varones, en los cuales me enfoco a enseñar sobre pureza sexual, sobre adicción a la pornografía y como salir, sobre esperar en el Señor en Su tiempo, sobre como guardarse uno mismo y a los demás, y otras cosas que se que los jóvenes necesitan hoy en día y en toda generación. Siempre quise empezar un ministerio, y el Ministerio El Escudo ha crecido para bien. Me mantengo como miembro de mi iglesia local de años, incluso luego de emigrar a los Estados Unidos por causa de trabajo. Me sigo juntando con mi viejo y achacoso mentor y su querida esposa, y mis hijas viven metidas en la casa de sus “primos”, los Correa Perez.
Con respecto a mi trabajo, he tenido muchísimas experiencias. He hecho de todo un poco, he cumplido sueños, y he fallado proyectos. He perdido empleos y he recibido ascensos. Si quieres más información, aquí está mi hoja de vida. (Link aquí).
Luego de vivir 8 años en EE.UU., mi esposa y yo decidimos regresar con las niñas a RD. Muchos nos tildaron de locos, de idiotas; al ver que a pesar de los avances tecnológicos y de infraestructura en nuestro país, la situación había cambiado poco en 20 años. Luego de otra dinastía Mejía y otra Fernández, ya la nación estaba cansada de lo mismo. Súmenle la situación con nuestros hermanos haitianos (con quienes casi estamos unificados). Con estas situaciones, luego de orar, de consultarlo con nuestros pastores y con nuestras hijas, decidimos volver a lo que es un campo misionero ideal. Mi esposa con sus dones de servicio, y yo con mi amor por enseñar, quisimos enfocarnos en las familias que nos rodean, en los jóvenes que necesitan educación y luz en sus vidas.
Estoy impresionado de tantas vueltas, curvas y rectas que el Señor me ha hecho caminar para llegar hasta aquí, y estoy agradecido por cada tragedia, dolor, traición, caída, tropiezo, victoria, ganancia, reconocimiento, avance y puerta abierta que el Señor ha provisto.
De hecho… algo nunca ha cambiado: mi atracción a lo desconocido y a la aventura. Por eso, cuando tenga 65 (si Dios me da la vida), se que seré un abuelo cool con muchas historias geniales para contar.
¡De aquí a los próximos 20 años!
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