La Fórmula



En las caricaturas y en los libros vemos muchas veces el concepto de la “fórmula mágica”, ese brebaje místico o algoritmo sacado de la ciencia-ficción que tiene el poder de cambiar atributos físicos e incluso mentales de las personas que las beben. Muchos de nosotros quisiéramos tener esas fórmulas mágicas que pudiesen resolver los problemas de relaciones, solterías y amoríos que tenemos o vayamos a tener en el futuro; ya que son asuntos delicados, que con la decisión incorrecta o alguna palabra mal dicha, todo esfuerzo se puede ir por el inodoro.

Hablando de fórmulas, recuerdo las fórmulas matemáticas que tenía que realizar mientras estaba en la escuela. Mi memoria me confirma ahora, que esas fórmulas matemáticas no tenían nada de mágicas: estaban comprobadas por el planteamiento y su respectivo despeje. Por medio de ese escrutinio, se podían demostrar como validas o invalidas.

Quiero presentarles una fórmula que descubrí hace poco, y quisiera que me ayudaran a demostrar su validez:


La Matemática del Amor

Permítanme explicar la fórmula: Cada valor de confianza está representando cada parte de una relación de amistad o amorosa. La confianza es el verdadero pegamento de una relación; no es la belleza física ni la química sexual. Esa confianza puede producirse a través de muchas conversaciones, tiempo invertido juntos, confidencias, secretos compartidos, una apertura emocional, lo cual en estos tiempos (lo digo por culpable) y gracias a la tecnología celular, no es nada difícil de lograr en tiempo record. La gran mayoría de nosotros no conocemos el poder de la confianza. No sabemos que la confianza es lo que abre las puertas de la comunicación entre dos personas. Mientras más confianza haya entre dos personas, habrá una mayor y mejor comunicación. Mientras más y mejor comunicación exista entre dos personas, más crece el deseo de intimidad, la cual se potencializa con la misma confianza; sin embargo, al esta intimidad potencializada ser ejercida sin parámetros que la limiten, se convierte en pecado delante de Dios, y en decepción para las partes implicadas, lo cual es muy doloroso. Esta misma intimidad, dentro del parámetro establecido (llamado matrimonio, duelale a quien le duela), se potencializa mucho más, creando niveles, tanto de confianza e intimidad, que logran muy buenas cosas para ambas partes involucradas.

Por lo tanto, considero el manejo de esta fórmula social muy peligrosa.


Los Peligros de la Fórmula
Es peligrosa para los solteros: porque podemos colocarnos en situaciones embarazosas de señales mixtas con una persona a la que nunca quisimos involucrar emocionalmente, pero que una amistad constante, con destellos de mucha confianza en poco tiempo, pueden desarrollar conductas que llamen a la intimidad (primero emocional y luego física) en una sola de las partes (lo cual siempre es triste y cruel) o en el más extremo de los casos, en ambos. Es peligroso para los solteros, porque al momento de conocer una persona que cumple los requisitos físicos para provocar una atracción, queremos obviar el tan necesario proceso de amistad colectiva previa, de tanteo público, de ese conocimiento de la persona en su ambiente. Evitamos el proceso de reconocimiento para pasar de inmediato al proceso de cortejo. Parece que muchos de nosotros somos adictos a la intimidad; ya que no queremos esperar nada para poder sentirnos conectados con otra persona a niveles profundos. Por eso muchas personas se enfrascan en relaciones basados en emocionalismos o en momentos esporádicos de química. Muchos de nosotros queremos ganar la confianza a través de la intimidad, y eso nunca resulta. El despeje elimina la confianza. Como solteros, debemos agotar el proceso bíblico que tenemos que agotar para poder aplicar la fórmula.

La fórmula es peligrosa para los casados también, ya que si ambos valores de confianza no se definen como parte un matrimonio, uno de los cónyuges buscará sustituir el otro valor de confianza por medio de otra persona. Por esa causa comienzan los asunticos con los compañeros de trabajo o amigos que parecen que te escuchan más que tu cónyuge, que te prestan más atención, y por ahí van las conversaciones personales, los desahogos...hasta que se crea la dependencia emocional. De ahí pasan a la etapa de pasar más tiempo con esa otra persona, que va creando más intimidad...de ahí a la infidelidad. No hay fallo ahí. En el momento en el que tu prefieres confiar y comunicarte con una persona más que con tu cónyuge, estás en la zona de peligro: HUYE. Vuelve de donde viniste. Pide perdón a Dios y a tu pareja y trabaja para recuperar la confianza mutua que ambos se deben.

La fórmula es la fórmula mágica que puede rescatar matrimonios. Es la fórmula mágica que nos puede evitar una decepción. Es la fórmula mágica que nos pone en perspectiva con respecto a la comunicación. Ella nos puede enseñar que la confianza se gana y que la intimidad es un don que se debe disfrutar con una sola persona. No nos podemos imaginar lo que esta fórmula puede lograr en un matrimonio… Cuando una pareja casada está bien, se nota: llena el lugar de donde está de chispas de amor, respeto, admiración mutua y hermosa atracción el uno al otro. Por eso, respetemos el tiempo y el lugar que Dios le ha dado a cada aspecto de una amistad, una amistad profunda, un flirteo con propósito, un noviazgo con visión y un compromiso que lleva al matrimonio.

Respect the formula! Quizás te pueda salvar el pellejo algún día.

Qué piensas de la fórmula? Comenta!

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