Casa Pequeña



La vida familiar es bella. Es el pináculo de la sociedad; la ópera prima de la Creación de Dios. La unión de padre, madre e hijos es un ejemplo y reflejo del amor de Dios a sus hijos, por medio de Su Hijo Jesucristo. A lo largo de tiempo, vemos florecer personalidades, vemos emociones surgir, vemos lazos fortalecidos y el carácter forjado. Los niños pasan a ser hombres, los adultos en ancianos, y así; el ciclo vuelve y se reinicia.

Cuando los hijos crecen tienen ya una idea de que caminos quieren andar en sus vidas. Deciden que estudiarán, que ejercerán para ganarse el pan, empiezan a soñar sobre donde vivirán, etc. Y llega un momento en el cual ya son lo suficientemente maduros como para tener un criterio concreto y con sentido; y desean poder tomar sus propias decisiones. En el caso de los hombres, comienzan a chocar cabezas con las decisiones de sus padres; dando a entender que ya hay dos machos alfa en el hogar. En el caso de las damas, empiezan a asesorarse de sus madres para poder tomar decisiones maduras con respecto a potenciales matrimonios, maternidad, cuidado del hogar, etc. 

Para ponerlo más llano: la casa paterna les queda "pequeña".

En los Estados Unidos es común ver a los jóvenes de 18 años recién cumplidos comenzar a dar el paso de abandonar el hogar paterno y comenzar su propia vida. En muchos casos sustituyen el mudarse a otro estado u otro barrio con mudarse a la universidad. La mentalidad americana muestra que: "Si ya eres considerado legalmente adulto, debes comenzar a actuar y pensar como tal. Papá y mamá YA no tienen compromisos contigo, por lo tanto, debes comenzar a a considerar el salir de este lugar y comenzar tu vida."

Por supuesto, esto depende del tipo de familia y el tipo de crianza, sin embargo, se parece mucho a la forma de pensar de los israelitas en tiempos de Moisés, a la hora de seleccionar a los guerreros para la guerra: 

«Registren los nombres de todos los guerreros de toda la comunidad de Israel, por sus clanes y sus familias. Anoten en la lista a todos los hombres que tengan veinte años o más y que sean aptos para la guerra. (Números 1:2-3a, NTV)

Para los israelitas, si llegabas a la mayoría de edad, eras capaz de ir a luchar, eras capaz de contribuir al templo (pagar tus impuestos), eras capaz de ser contado para puestos de liderazgo, eras capaz de ser juzgado por un tribunal, etc. Esa responsabilidad adquirida con la edad, te liberaba del derecho que podías adjudicarte al sustento dado por tus padres. Esa responsabilidad te adjudicaba el deber de suplir tus necesidades por tus propios medios y de ser necesario las de los demás.

Soy de los que pienso, que si a un jóven ya graduado, con empleo y un sueldo que le permita sustentarse a si mismo y ayudar a su hogar, su casa "le queda pequeña"; y si ve que puede empezar su caminar lejos del hogar paterno, es recomendado que salga de su hogar paterno. Considero que si un jóven ya está teniendo fricciones con su padre, por cuestiones de toma de decisiones y liderazgo del hogar; una forma humilde (aunque usted no lo crea) de afianzar el liderazgo de su padre sobre su casa (si no se quiere someter a las directrices de su padre) es, de hecho, irse de esa casa. Estamos llamados a vivir en paz con todos, y por supuesto, a honrar a nuestro padre y a nuestra madre en todo tiempo.  Una forma de honrarlos es no socavar ni aminalar el liderazgo sobre las decisiones en su hogar. Con las damas es un mucho más complicado por el hecho de ser mujeres, pero conozco muchos casos de éxito en los cuales las damas se han llenado de valor y han dejado el hogar paterno y han crecido en muchas maneras. ¡Para ellas aplica el mismo principio! Hay muchas chicas que viven en conflicto con su madre, lo cual no debe ser. El mudarse de casa, es un paso fundamental en el crecimiento constante del joven adulto, tanto emocional como espiritual. Y sabemos que hacerlo es un riesgo y un reto: los alquileres van cada día más altos, la canasta básica está cada vez más cara, los servicios de vida (luz, agua, internet) se complican, los empleos quedan cada vez más alejados de los centros residenciales de la ciudad; en fin, los factores en contra son interminables. Pero la vida se trata de tomar riesgos. La autonomía personal y independencia a la hora de tomar decisiones (humanamente hablando) son riesgos dignos de tomar por cualquier persona.

Las familias en República Dominicana piensan muy diferente. Somos por tradición, un sistema cultural familiar y patriarcal; las familias se mantienen en núcleo por generaciones, incluso a la hora de la expansión, uniéndose a otras familias. Vemos usualmente y muy normal, a adultos de 25+, 30 e incluso 40 años aún viviendo bajo el techo de sus padres. Muchos de ellos ponen la soltería como su justificación y muchos cristianos se apoyan en este verso para ver esta práctica como buena:

24 Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo. (Génesis 2:24, NTV)

De hecho, esta fue la excusa que recibí cuando el padre de mi ex-novia me comunicó que no podía seguir en la relación con su hija. Fue la justificación que mi madre espetó cuando presenté a mi familia el plan de finalmente irme de casa. Fue la teoría que un pastor me presentó al no ver con buenos ojos el concepto de jóvenes adultos tomando control de sus vidas. ¿De veras vemos eso en la Biblia completamente? David dejó su hogar para matar a Goliat, sirvió al rey y luego se casó con Mical. Jacob huyó de su hogar, trabajó 14 años por Raquel y luego se casó con Lea y Raquel. Estoy seguro que José no vivía con sus padres a la hora de desposarse con María. José, hijo de Jacob, vivió una aventura de 12 años lejos de su hogar, para luego casarse con la sacerdotisa de Egipto. Los caminos del Señor son misteriosos, y definitivamente puede presentar cónyuges a cualquiera en cualquier situación.

No estoy completamente en contra del principio anteriormente expuesto. El principio es bueno. Es aceptable y es honroso. El hogar paterno es el único lugar en el cual tenemos lo que necesitamos, material y emocionalmente. Pero usar la soltería como pretexto de no movernos, de permanecer cómodos, siendo literalmente cargas en la casa de nuestros padres, es simplemente ridículo. Las circunstancias de la vida varían: Muchas personas cuidan de familiares enfermos, otros tienen deudas, otros han regresado luego de un fracaso económico o matrimonial, y muchas cosas más. Esas personas, pueden encontrar sanación y consuelo en Dios, por medio a sus familias. A los demás, estamos desperdiciando vida por miedo a la inflación y a la dureza de vida que vivimos. Quizás no seamos americanos. Pero tenemos todas nuestras fuerzas, nuestras energías y nuestra fe para poder crear nuestro plan de vida y movernos hacia lo que hemos sido llamados, que es vivir para servir a otros, por medio a nuestras propias familias.

Piénsalo.

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